"Entre verdes colinas", de Rosa de Mena
Rosa María de Mena nació en Madrid, es licenciada en Filología francesa y máster en Edición con mención de Excelencia por la Universidad Complutense y Grupo Santillana. Autora de novelas, relatos, artículos e ilustraciones, su afición por el arte y la literatura empezaron a muy temprana edad, y ahora no concibe la vida sin ellos. Humanista vocacional, y profesional en las áreas de traducción, edición y gestión de Recursos Humanos. Ha recibido diversos premios por sus dibujos y relatos, entre ellos, los galardones literarios: IX Certamen de Cuentos Miguel Hernández (Biblioteca municipal Isabel Allende, 2012) y el I Premio Ulises en la Isla de Wight (Playa de Ákaba y Espacio Ulises, 2016). Es miembro de la Asociación de Escritores de Madrid (A.E.M.).
Tiene tres novelas: Camino de la Alameda (Ediciones Éride, 2010), El tren perdido (Ediciones Fullcolor, 2015) y Entre verdes colinas (2016, Playa de Ákaba). Participa en varias antologías colectivas: 2084 (Inventa editores, 2016); Madrid en feria; Ángel de nieve; Hablar de libros es bueno; Ulises en la Isla de Wight; Crímenes callejeros y Personajes de novela (todas ellas publicadas por Playa de Ákaba, 2016); es antóloga y prologuista de Mensajes en una botella y El oasis de los miedos, ambos libros pertenecientes a "Palabras que curan", una colección que dirige para la editorial Playa de Ákaba; y también conduce talleres de Escritura Creativa.
Las evocadoras colinas Cotswolds, en Inglaterra, custodian el desenlace de una antigua y turbulenta historia de amor de una pareja española. Camila Azcona se verá inmersa en la indagación de su propia herencia, cuyas raíces se hunden en el pasado más oscuro de su familia, un estigma que ha dormido en lo no-dicho tras cuatro generaciones.
Ambientada entre un idílico pueblecito inglés, Castle Combe, y el Madrid actual, la novela esconde, a modo de muñeca rusa, una intriga negra en el Madrid de finales del siglo XIX.
Una historia con un pulso narrativo que seduce hasta el final, Entre verdes colinas es testigo de hasta dónde se puede llegar por un amor que dura lo que dura la eternidad.
Mi opinión:
Hoy os traigo la reseña de la última novela de una gran escritora, a quien he descubierto no hace mucho como novelista. Ya conocía desde hace tiempo su faceta de editora y antóloga, así como narradora de relatos, y mi concepto sobre esta habilidad suya como novelista creció desde el primer momento, desde que posé mis ojos en la primera página de su novela —Entre verdes colinas—. Creo que es la tercera, si no recuerdo mal, y no me queda ninguna duda de que es una de las mejores autoras de ficción que he conocido. Os estoy hablando de Rosa de Mena.
Toda esa amalgama de sabidurías literarias que Rosa posee las pone al servicio del lector. En esta novela que estoy reseñando —lo cual es un placer y un honor para mí— se aprecia con claridad esto que comento. Diría que es un ejemplo maravilloso para todos aquellos escritores que aún tenemos mucho que aprender. Es como un libro de texto que todo aprendiz de narrador que desee contar historias como debe hacerse debería tener en su mesilla de noche, o al menos en su biblioteca, para consultarlo una y otra vez.
Entre verdes colinas me impactó gratamente al comprobar que no todo está inventado en la literatura, que aún hay cosas buenas para leer en este universo donde todo el mundo quiere escribir, aunque sea literatura basura y comercial que nada nos aporta y nos enseña. La novela de Rosa, sin embargo, es literatura en su grado más alto de pureza.
Rosa de Mena es de esas escritoras que «mueren» por la literatura en particular y por la cultura en general. Que se deja la piel en lo que hace, que lucha con ahínco para que esa cultura llegue a todos y nada se escape entre los recovecos de la indiferencia humana. Y así lo hace en la librería que regenta, la Librería Entrepáginas, que pronto se convertirá —estoy seguro de ello— en un referente literario en la Comunidad de Madrid.
Esta novela de mi querida y admirada Rosa, que acabo de terminar de leer, es un claro ejemplo de lo que un escritor debe hacer para crear una gran obra que enganche al lector desde el primer párrafo, para que quede en la memoria colectiva como algo maravilloso que un día leyeron…
Las descripciones que nuestra autora nos muestra —o nos regala, porque son un auténtico don— son fascinantes, espectaculares, bien construidas, bien «dibujadas», porque de dibujar también entiende un rato, y de ilustrar, porque fue pintora antes que escritora. Y las dos cosas las hace de maravilla. Complementa su saber hacer descriptivo con su conocimiento pictórico… Rosa hace, con sus descripciones, que quien está leyéndolas se transporte a ese lugar, que vea con claridad aquellos paisajes, lugares u objetos que nos quiere mostrar. Estas descripciones están confeccionadas de manera magistral, pues todos los que escribimos sabemos que pueden llegar a ralentizar la narración en la que trabajas si se abusa de ellas; sin embargo, no es el caso de nuestra autora. Sus descripciones son auténticas representaciones, y están tan bien definidas, están tan bien trabajadas y conseguidas que en ningún momento el lector se queda con la sensación de que el texto pierda el ritmo.
La trama está tan bien creada que no puedes dejar de leer. Y ello sin necesidad de crear complicados conflictos —que los hay— que mantengan en vilo al lector. No los necesita. No quiero desvelar nada de esta gran novela porque deseo que lo descubráis vosotros mismos al leerla, sin embargo, sí quiero adelantar que se trata de una novela donde la añoranza por tiempos pasados, el amor indestructible e inagotable durante decenios entre dos enamorados a los que el destino separó y las vicisitudes familiares que muchos tenemos —o hemos tenido— estarán presentes durante todo el recorrido de sus casi trescientas páginas.
Como dije antes, el ritmo y el tono de esta narración son imprescindibles para contarla de la manera magistral con que lo ha hecho Rosa de Mena.
Sus personajes están creados como se debe hacer, con una historia, en ocasiones feliz y en otras con sus turbulencias, las propias de una existencia en la que nadie nace sabiendo. Son personajes que se mueven por sus páginas, a los que vemos en su plenitud, porque son personajes reales a nuestros ojos, aunque estén dentro de la ficción. Y esto es algo muy difícil de conseguir, siendo imprescindible para crear una gran obra con garantías de éxito y con verosimilitud.
Rosa lo ha hecho… Otra vez… Ha escrito una maravillosa novela, una gran obra que no debemos dejar de leer, que deberíamos tener como libro de culto en nuestras estanterías todos aquellos que queremos aprender a escribir bien.
Viajad con Camila a las verdes colinas del sur de Inglaterra y descubrid el secreto de su familia, junto a ella, devorando las páginas que Irene, su tatarabuela, escribió con amor y pasión para recordar su vida y el amor que sintió y que nunca se perdió.
"Equinoccio", de Jimena Tierra
Jimena
Tierra (Madrid
1979) es una escritora licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma de
Madrid, especialista en materia financiera.
A lo largo
de su trayectoria literaria ha realizado varios talleres de escritura creativa
y género negro, impartidos por profesores como Alberto Olmos, María José Codes
o Philip Kerr.
Es autora
de algunos poemas y múltiples relatos cortos, entre los que destaca “Escombros”,
ganador del concurso de Ediciones Saldubia 2014, que fue incluido en una
antología. En el mismo año, fue galardonado su soneto “La vida es Aragón.
La vida es sueño”, obteniendo el premio de lírica en la
convocatoria Atrévete a rimar Aragón con... sueño.
Por medio
de la editorial Playa de Ákaba, ha participado en el libro de entrevistas Hablar
de libros es bueno y ha publicado su novela negra Equinoccio,
llegando a convertirse en libro de éxito durante los tres primeros meses desde
su presentación en octubre del 2016.
En la
actualidad, combina la escritura con su labor de redactora cultural en
diferentes medios. Entre ellos, el blog literario “El invierno de las
letras”, con acceso desde su página web.
“Equinoccio narra
la enigmática historia de dos personajes solitarios que sobreviven en mundos
paralelos y que verán sus caminos entrelazados a raíz del suicidio de un
estudiante.
Eduardo
Yuste es un recién licenciado que estudia oposiciones a judicatura intentando
cumplir las expectativas de su padre fallecido. Insociable y apocado, comienza
a sentirse atraído por un grupo de amigos atípico que le abre sus puertas
introduciéndole en una excitante filosofía distinta de todo cuanto ha conocido
hasta ahora.
Anastasio
Rojo, un detective acabado tras el asesinato de su hija, retoma las riendas de
su actividad con la esperanza de reconciliarse consigo mismo al presentársele
un nuevo caso ante el que no puede mirar hacia otro lado.
Equinoccio es
una trepidante novela desarrollada en un inframundo de personajes oscuros llevados
al límite de su inconformismo”.
Mi
opinión:
Acabo de
terminar de leer la novela de Jimena Tierra —“Equinoccio”— y he cogido unos
folios, en mi casa del pueblo, y me he puesto a escribir esta reseña sin
esperar a meditar sobre ella con el paso de los días, cosa importante para que
el poso que dejan las lecturas en mi interior se manifiesten como debe ser. No
he podido sustraerme a la atracción inmediata que ha producido en mi ánimo, y
tampoco he querido quedarme en el simple recuerdo de las notas que fui tomando
durante su lectura. Quería escribir mis sensaciones, lo que ha producido en mí,
con el eco de sus palabras aún reverberando en mi cerebro.
“Equinoccio”
es una gran novela negra, o de terror, o de suspense… ¿Un thriller? La verdad
es que no sabría en qué género encuadrarla. Quizá, lo correcto sería decir que
tiene un poco de todos, y por eso me ha encantado su lectura.
Desde el
principio encontramos dos líneas argumentales, alternándose en capítulos que se
cruzan casi al final porque así debía ser, porque a la autora no le quedaba más
remedio, pues son los propios personajes los que se buscan en ese paralelismo
argumental, encontrándose y dejando que sus vidas se crucen, hallando las
respuestas que buscaban unos en otros.
El ritmo
narrativo es frenético desde el principio, no dejando espacio para el respiro
ni la tranquilidad del lector. Nos engancha desde el primer momento, desde la
primera línea, desde la primera imagen que Eduardo, uno de los protagonistas,
ve desde la ventana de la habitación donde prepara sus oposiciones, en aquella
parada de autobús.
Por otro
lado, en la otra línea argumental, Anastasio Rojo, expolicía y detective privado
sin casos que acometer e investigar, arruinado económica y moralmente desde un
suceso espeluznante ocurrido hace ya algún tiempo, que le tocaba muy de cerca,
y por el que se siente culpable e incapaz de perdonarse y de seguir adelante.
Solo las botellas y los asiduos tragos de bourbon parecen atemperar su ánimo y
permitirle conciliar el sueño y reconciliarse consigo mismo.
Los
personajes están creados de manera magistral, con sus vicisitudes y sus
defectos, que Jimena nos hace ver sin necesidad de contarnos nada; como debe
hacer un buen narrador cada vez que se enfrenta a crear una “nueva vida”,
construyendo un pasado que haga ver al lector que se trata de una persona real,
de carne y hueso, de la que se pueda enamorar o a la que llegue a odiar.
Se aprecian
claramente los conocimientos jurídicos de la autora, imprescindibles en esta
novela. Pero, además, la documentación ha sido necesaria y laboriosa, en mi
humilde entender, pues la gran mayoría de los mortales somos desconocedores de
este inframundo exclusivo de las sectas, y menos aún de las sectas satánicas,
que tan bien construida está en esta obra.
Como dije antes, los personajes son tan reales que nos parece
reconocer en ellos a personas que conocemos, o hemos conocido, en algún momento
de nuestras vidas. Los personajes que componen la secta, tal y como están
construidos y elaborados, y conforme iba conociéndolos, llegaron a conquistarme
de tal manera que llegué a aborrecerlos… ¡Buena señal! Sí, en eso consiste el
trabajo bien hecho del escritor: los personajes deben apresar al lector,
llegando a amarles o a convertirse en seres abominables. Que nos digan eso,
tras leer una de nuestras obras, los escritores lo agradecemos de verdad…
Por otro
lado, aunque Anastasio Rojo, nuestro detective, nos parezca acabado, la
necesidad de investigar y aclarar sus propios misterios y su propio
sufrimiento, su propia frustración, le hacen aceptar un nuevo trabajo que se
convierte en todo un reto, encargo de un médico que aparece un día en su
destartalado y decrépito despacho, quizá identificado y conocedor del problema
con el que aún pugna el propio detective.
Esta
novela de Jimena no me dejó indiferente, y no dejará indiferente a quien la
lea, estoy seguro… Su lectura nos introduce en los recovecos amargos de la
mente humana, nos muestra sentimientos encontrados que nos cuesta entender, nos
hará recordar amores olvidados y verdaderos, nos colocará de lleno frente a la
maldad del ser humano, esa que aún existe, aunque queramos negarlo. Nos hará
leer sin poder parar, desmenuzando páginasy capítulos hasta llegar al final… Un
final inquietante que en ningún momento se espera…
Por
último, mi advertencia final: la autora utiliza un tono y un ritmo tan bien
construidos, con unas descripciones precisas y claras, que habrá veces que el
terror se apoderará de vuestro ser… Pero no debéis preocuparos, solo debéis
seguir leyendo, sin parar, sin descanso; pero… eso sí… ¡No se os ocurra leer
esta obra en soledad, ni en la oscuridad de la noche; ni por supuesto, al lado
de un camposanto o templo olvidado…!
…Quedáis
avisados…
Ana Belén Rodríguez Patiño (Cuenca, 1970) es Doctora en Historia Contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid. Ha pronunciado charlas en la UNED, UCLM, y ha sido profesora de la UNIR (Univ. Internacional de la Rioja) en Madrid.
Guionista de documentales (sobre Guerra Civil, maquis, primer franquismo, 2004-2008) para el Centro de Estudios de Castilla-La Mancha (Univ. UCLM) y cortometrajes de ficción (La foto de Harold Lloyd, Donde acaban los mapas, Stadium).
Ha publicado tres libros sobre la Guerra Civil en la ciudad de Cuenca (Del 18 de julio a la Columna Del Rosal, La revolución y la pugna ideológica, Guerra y represión en Cuenca, en 2003, 2004 y 2009) y escrito uno junto a Teresa Rico Alfosea, Las Cuatro Esquinas del Éxito (2011).
Tiene en su haber artículos sobre literatura e historia en prensa y libros especializados.
Escribió y dirigió monólogos cómicos en la sala alternativa madrileña Teatro de Las Aguas y en distintos Cafés Teatro (2000 y 2004), con obras como Mare Mágnum, Cómo ser un desastre y que aún así te quieran tus amigos, HistoriasD2...
En el año 2000 ganó el Certamen de Relato Corto Joven de Castilla-La Mancha con su texto Vida Propia. Se haría una lectura dramatizada de la misma en Toledo, en el mismo año. Ha ganado otros premios de poesía y relato corto (El escriba, El extraño caso del ingenio mecánico...)
Donde acaban los mapas fue su primera novela (noviembre 2013, Editorial Palabras de Agua).
Publicó después la novela juvenil Las aventuras del joven Bécquer. Gustavo Adolfo y el misterio de los esqueletos andantes (diciembre 2014, Ediciones Juno).
En abril de 2015 ganó el Primer Premio de Narrativa Mujer al Viento 2015, de Torrejón de Ardoz, con su obra Todo mortal, editada por Playa de Ákaba.
En octubre de 2015 publica su poemario La ciudad que hay en mí (Edit. Playa de Ákaba).
En octubre de 2015 publica su poemario La ciudad que hay en mí (Edit. Playa de Ákaba).
Ha participado en libros colectivos y ha coordinado antologías de relato para la Edit. Playa de Ákaba. En los años 2015 y 2016 ha dirigido talleres de literatura.
Un hombre silencioso que huye, unas fotos que hablan de un pasado oscuro, un misterio de otra época y un hermoso relato de amor de hace más de cincuenta años que aún es capaz de emocionarnos.
En su periplo por el París actual, Alicia Aliorte irá conociendo todas las piezas que esconde la compleja personalidad de un anciano profesor, cuya historia llena de sorpresas deberá encajar en un extraño rompecabezas que comenzó hace medio siglo en China, en los albores de la Revolución Cultural, y que parece resolverse en la actualidad.
La intensidad en el desarrollo de los acontecimientos dará paso a un juego de pautas equívocas, donde los sentimientos encontrados, la importancia de los recuerdos y la libertad como eje de nuestras vidas conformarán un mosaico mágico y difícil de olvidar.
Misterio, amor y amistad viajarán con el lector a través de ciudades como Cádiz, París, Pekín, Shanghai, Viena y Londres. En una sorprendente historia que irá in crescendo y atrapará al lector hasta la última página.
Mi opinión:
Hoy os traigo la reseña de una novela de Ana Belén Rodríguez Patiño, a quien conocí tras participar en una de las antologías que ella ha coordinado para la editorial Playa de Ákaba.
Había leído algún relato de esta autora —y amiga— y debo confesar que su estilo literario, su manera de ensamblar las palabras y las frases en una narración no me pasaron desapercibidos. Sin embargo, esta novela de Ana Belén ha dejado un grato poso en mi interior. Es de esas narraciones de las que mantienes un recuerdo durante gran parte de tu vida por el sentimiento que produce en tu alma.
La historia nos acerca a la vida de una joven española —Alicia Aliorte— a quien las circunstancias de este convulso inicio del siglo XXI ha expatriado de su vida, de su familia, de su país, del chico al que amaba; buscando un sustento dentro de otras fronteras que no son las suyas y que, al principio, le resultan tan extrañas que echa de menos todo aquello que ha dejado atrás. Es la historia que identifica a muchos jóvenes españoles que deben iniciar una nueva vida en un país extraño, aunque cercano en muchos casos, carentes del calor que le aportan sus seres queridos.
La protagonista de este relato se encuentra en la capital francesa, en un París que la acoge sin sentimientos, con frialdad… Es una joven que espera noticias del que fue su novio, descontento con que ella se marchara buscando una vida mejor. Sin embargo, ante la frialdad con la que la acoge la “Ciudad de la luz”, encuentra una “familia” que le ofrece el cariño que añora, amigos de verdad, de los que ya casi no quedan, que la acompañan y apoyan incondicionalmente en esa nueva etapa de su vida.
Allí, por casualidad, en el entorno majestuoso de la Torre Eiffel, cerca de las góticas paredes de Notre Damme y en los aromáticos y exclusivos Campos Elíseos, encuentra a un anciano chino que imparte clases de Taijiquan en la tienda esotérica en la que ella trabaja (“El bosque Galo”), entablándose entre ambos una extraña y misteriosa amistad que llevará a Alicia a descubrir cosas que jamás esperaba.
El estilo con que Ana Belén desarrolla esta bella historia de amor y de supervivencia es magistral, desgranando en cada página un sinfín de sentimientos sin llegar a describirlos, haciendo que el lector los descubra por sí mismo y se emocione sin quererlo. Eso me ocurrió a mí en muchas de sus páginas, donde las lágrimas se me escapaban sin darme cuenta, salvo por la humedad que iban dejando a su paso por mis mejillas.
La sencillez con que la autora nos va sumergiendo en la historia, con gran conocimiento de la China de los años sesenta y posteriores, de la China maltratada de Mao (¿o es mejor decir por Mao?), nos revela conflictos sociales y políticos que la gran mayoría desconocemos, y que solo una autora como Ana Belén, especialista en Historia Contemporánea, nos puede regalar.
El ritmo y el tono de la narración se mantienen uniformes de principio a fin, sin necesidad de introducir estridencias que hagan removerse al lector en su asiento. Ana Belén elige ese tono y ese ritmo porque son los adecuados para su novela, para mostrarnos lo que va ocurriendo sin necesidad de complicadas descripciones que los ralentizarían, que nos harían perdernos detalles que solo nuestra imaginación reproduce al tiempo que nuestros ojos se deslizan por las frases escritas.
La sabiduría, la sensibilidad, la amistad incondicional, el suspense, la curiosidad, la incertidumbre, el amor… Todo ello está contenido en esta preciosa novela. Ana Belén, con su estilo sencillo, directo y efectivo, hace que nos conmovamos, a veces; que nuestro corazón se acelere ante las intrigas de la organización que sigue a Jin Tao, el anciano a quien Alicia decide proteger porque teme por su integridad; a quien persigue su pasado, por el que lleva huyendo los últimos años de su vida. Otras, las lágrimas se nos escapan ante la delicadeza de los personajes, creados magistralmente por la autora, con unas vidas repletas y llenas de alegrías y sinsabores, mostrándolos tan completos y reales que perfectamente pudieran ser personajes históricos que han pasado por la vida, tan auténticos que pudieran ser personas a quien nos encontramos por la calle, con sus defectos y virtudes, con sus miedos y complejos.
Una novela preciosa, que recomiendo sin lugar a dudas, tan real como la vida misma; escrita con sensibilidad y rigor histórico, con la ternura que una mano femenina podía imprimirle, con el suspense que nos ofrece una autora experta, sin necesidad de complicados e intrincados recursos literarios que no harían otra cosa que dificultar su lectura, y con un final inesperado y sorprendente que te deja reflexionando cuando cierras el libro y aún lo mantienes en tus manos.
“Relojes muertos”, de Eva María medina
Eva María
Medina (Madrid, 1971) es licenciada en Filología Inglesa por la
Universidad Complutense de Madrid. Autora del libro de relatos Sombras (Editorial
Groenlandia, 2013), y coautora de Relatos en Libertad (Editado
por Anuesca, 2014) y de Letras Adolescentes (Colección
Especiales, Editorial Letralia, 2012). Ha obtenido diversos premios literarios
por sus cuentos, que han sido publicados en distintas revistas literarias,
españolas y latinoamericanas (Letralia, OtroLunes, Cinosargo, Entropía, Almiar,
Narrativas…), y en diversas antologías. La revista La Ira de Morfeo editó
un número especial con algunos de sus relatos. Relojes muertos es
su primera novela. En la actualidad está ultimando la escritura de su segunda
novela, Asesinos de palomas.
Nº de
páginas: 166 págs.
Encuadernación: Tapa
blanda
Editorial: PLAYA
DE AKABA
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788416216253
SINOPSIS:
Después del ingreso en un psiquiátrico,
Gonzalo vuelve a casa. Al principio todo le parece luminoso, amplio. Mira sus
libros, su sillón de terciopelo verde, y se acuerda de sus compañeros, a los
que echa de menos. Luego, ve al vecino que habla con su reloj de pared. Se
tumba en la cama y surgen las palabras de la portera. ¡Ella y su jefe en casa
haciendo la maleta que le llevaron al hospital! Intenta dormir, eludiendo
imágenes grotescas. Al despertar, ha oscurecido. Entra en la habitación de sus
padres, mira sus fotografías, y siente que le piden que les saque de allí.
Sufre la «náusea». La novela alcanza un punto de inflexión cuando Gonzalo
vuelve al trabajo y Ángela, una mujer que conoció en el psiquiátrico, se va a
vivir con él.
MI
OPINIÓN:
Conozco a
Eva Mª medina desde el año 2009, cuando comencé mi andadura tortuosa con la
revista digital “Horizonte de Letras”, cuando me envió una colaboración, un
relato, para uno de los primeros números que salieron publicados en la red. Y
he de reconocer (lo hago sin ningún tipo de reserva) que su estilo literario me
encandiló. Esa forma suya de escribir, de contar una historia, directa y al
grano, me descolocó de una manera tan asombrosa que recordé los relatos de
Kafka. Sí, he dicho bien, de Kafka. La sencillez con la que teje sus frases,
con palabras directas que van construyendo un todo literario, me sorprendió de
manera muy grata. Y quedé prendado de su estilo literario.
Ahora
acabo de terminar de leer su primera novela, Relojes muertos, y la fascinación
que sentía por sus letras se ha consolidado. No, no piensen que soy un
halagador infame, que solo quiere dorar la píldora a nuestra autora. No. No lo
necesito, y no quiero hacerlo. Si no fuera cierto lo que produce su prosa en mi
ánimo, no me hubiera dignado en escribir esta humilde reseña de su gran y
asombrosa novela. Simple y llanamente, no lo hubiera hecho.
La obra
de Eva comienza con un precioso prólogo de mi admirado Juan Manuel de Prada,
insigne de las letras españolas contemporáneas, que adorna la novela con su
saber y su buena crítica. Pero créanme si les digo que la obra de Eva es buena
por sí sola, que no necesita de la ayuda de nadie para que así sea. Sin
embargo, Juan Manuel de Prada no pudo sustraerse a tan maravilloso y sugerente
relato, cuando Eva le dejó su manuscrito en unos cursos literarios que él
impartió en uno de los veranos de la Universidad Menéndez Pelayo, en la
preciosa capital cántabra, a los que la autora acudió como alumna y aprendiz
incansable.
Cuando
comenzamos ya la lectura de su narración, Eva directamente nos adentra en la
última jornada de la estancia de Gonzalo, el protagonista, en el hospital
psiquiátrico en el que ha pasado los últimos meses, donde se ha sentido feliz,
aunque añorara su vida en la calle, mezclado –de nuevo- con la sociedad que
parece esperarlo con los brazos abiertos.
Sus dos
primeros capítulos parecen recorrer la vida del protagonista de manera
tranquila y coherente, todo lo coherente que puede ser un regreso para el que
–en principio- parece estar preparado, y que Eva nos va desentrañando –en los
siguientes- que no es tal la realidad que le espera. Su realidad parece ser
distinta a la que todos los demás “jugadores” están viviendo. Y lo hace de una
manera sutil, con frases cortas, a veces solo con palabras que se van quedando
encerradas entre signos de puntuación, que se van quedando aisladas, pero que
son imprescindibles para que su ritmo narrativo sea vertiginoso en muchos
momentos, para que el lector quede enganchado en esa atmósfera de incredulidad
esquizofrénica que acompaña a Gonzalo, que nos asoma a sus recuerdos, muchas
veces frustrados e irreales.
A veces,
Eva utiliza el monólogo interior, y lo hace de manera magistral, recreándonos
de forma efectiva los pensamientos inacabados y dementes del protagonista,
incluso sus sueños extraños, que atormentan al lector, descolocándonos y
haciendo que nos removamos en nuestro sillón de lectura. Nos muestra (porque no
nos cuenta) los avatares de una mente enferma, de una mente que parecía curada,
de una inadaptación anunciada y previsible, pero que nadie –ni siquiera el propio
Gonzalo- fue capaz de intuir.
Como
decía al principio, muchos de los relatos de Eva María son kafkianos, al menos,
a mí me recuerdan mucho a los que escribió el autor checo; pero esta novela,
sin lugar a dudas, lo es. Nos adentra en un mundo de ensoñaciones ilusorias y
de realidades que atormentan al protagonista, que llega a ver una
“metamorfosis” en su propio ser, sin comprender si es verdad lo que está viendo
o es una fantasía de su mente atormentada. Tanto es así, que el único lugar
donde parece haber sido feliz es el hospital donde de verdad encontró la
amistad.
Nuestra
autora crea unos personajes a los que no precisa describir, y a los que no
necesita –en muchos de ellos- crear una historia que nos haga comprender el
porqué de sus decisiones. Sin embargo, sí profundiza en sus mentes, en el
pensamiento humano, sea erróneo o correcto. Y eso es una virtud que se
consolida en Eva, tras leer esta novela después de sus muchos relatos.
Amistad,
amor y desamor deambulan por la psique de Gonzalo, sin saber qué desea, casi
sin reconocer su vida pasada, la anterior a su ingreso… Y eso es mérito de su
creadora, de Eva María, que hábilmente nos ha creado esa mente enferma para que
los lectores nos adentremos, sin ningún tipo de filtro ni cortapisa, en los más
recónditos de sus rincones.
Esta
novela de Eva, su primera novela, en sus poco más de ciento cincuenta páginas,
nos muestra el mundo de la locura, un mundo desconocido para aquellos que nos
calificamos de cuerdos, aunque siempre flirteemos con nuestras paranoias, las
que todos hemos tenido –y tenemos- en algún momento de nuestra existencia.
Mezcla, con maestría, esa demencia –al parecer incurable en nuestro
protagonista- con la vida real, con personas “normales”; haciendo que nos
preguntemos cuál de los dos lados es el juicioso o consecuente, y cuál es el
enajenado.
Para
Gonzalo, su tiempo, su vida, su existencia, se ha detenido, al igual que se
detuvieron las manecillas del reloj de su anciano vecino -al que espiaba entre
las rendijas de su persiana- a las cuatro de la tarde.
El tiempo
de Gonzalo se ha detenido en los recuerdos y vivencias del hospital
psiquiátrico (o manicomio), en la compañía de las personas a las que de verdad
parece apreciar (si es que aprecia a alguien), en tratamientos y habitaciones
vigiladas, en obsesiones y dudas existenciales, en su vida de pareja con su
compañera Ángela, a quién parece no reconocer, aunque ella le siga amando con
fervor…
El tiempo
de Gonzalo ha encallado, se ha estancado en las perturbaciones de su mente, se
ha interrumpido… Es el tiempo que marcan los relojes muertos…
“Uñas de gata”, de Carmen García-Rodríguez Alonso
518 páginas
Punto Rojo Libros, S.L.; Edición: 1 (27 de abril de 2016)
ISBN-10: 8416799016
ISBN-13: 978-8416799015
Carmen García Rodríguez-Alonso nació en Segovia. Es empleada
pública de la administración local y trabaja en una UC en atención a personas
dependientes. Ha participado con relatos en los libros publicados por la
Escuela de escritores:
-Año 2015. Título: Nene.
-Año 2016 Título: Cuento nº 1 Los geranios rojos.
En la actualidad, y para completar su formación de escritora,
estudia Psicología en UNED. Uñas de gata es su primera novela.
SINOPSIS:
¿Por qué dice Rosa que lo que va a escribir en el cuaderno que
acaba de comprar debería estar bajo llave, incluso para ella? A través de estas
páginas, la protagonista transita entre pasado y presente sirviéndose sobre
todo de la sinceridad, con el objetivo de encontrar las respuestas que necesita
para poder rehacer su vida después de haber sido abandonada por su esposo. La
trama principal se mezcla con otras secundarias en las que aparecen hijos,
padres, amigos, hermanos y una psicóloga. Estos personajes también dejan su
estela en la novela.
MI OPINIÓN:
Conocí a Carmina —como la llaman sus amigos, entre los cuales me
tomo el lujo de incluirme— a principios del mes de septiembre del año pasado. Y
la conocí a través de Clari, una buena amiga desde que éramos niños, con quien
comparte trabajo, confidencias y amistad.
Aunque estuvimos más de dos horas charlando mientras saboreábamos
unos cafés en la terraza de un bar de mi pueblo, he de reconocer que Carmina me
atrajo desde el primer momento. No en el sentido que ustedes pueden sospechar
(que tampoco sería difícil, pues es una mujer muy bella), sino con esa química
especial que dos escritores encuentran cuando hablan de sus obras y escritos.
Carmina es una mujer que cuando habla te inspira paz, a la que no puedes dejar
de escuchar porque su conversación es amena y siempre interesante. Y así es su forma
de escribir, su estilo literario… Por lo menos en lo que hasta ahora he leído
de ella, su primera novela, “Uñas de gata”.
Recuerdo que, cuando hablamos de su libro, me mostré muy
interesado en leerlo. Ella me advirtió de que igual no me gustaba, porque
estaba consideraba una novela erótica, y que lo viera de esa manera, sin
ninguna otra pretensión. Sin embargo, tras terminar su lectura, me ha parecido
una maravillosa novela de la propia vida. Cierto es que hay alguna escena
erótica —por cierto, muy bien descritas y sin caer en lo soez—, pero como las
hay —y así debe ser— en cualquier novela, sea del género que sea.
Como digo, yo no la encuadraría dentro del género erótico, por
mucho que su título así parece sugerírnoslo. Es una historia de la propia vida,
de nuestra propia existencia, de esta existencia convulsa del siglo XXI donde
las relaciones humanas se rompen con tanta y absoluta facilidad.
En la novela de Carmina hay dolor, mucho dolor; amistad, de la
buena; deseo, desamor, frustración, incomprensión, tolerancia; y amor, mucho y
buen amor. Nuestra autora es una gran conocedora del género humano, de
nuestras miserias y de nuestras virtudes, de nuestros defectos y de nuestra
sabiduría… Y ello debido —creo yo— a las vivencias de su trabajo, además de las
suyas propias. Así nos lo demuestra página tras página en “Uñas de gata”, donde
lo que ocurre en la trama parece sernos familiar de alguna u otra manera, en
alguna u otra medida. Por supuesto, es una gran conocedora de nuestra psique.
La psicología es uno de sus puntos fuertes —me parece a mí—, además de saber
llegar al lector de manera sencilla y directa. Creo que no podría haber
escogido otra disciplina mejor para completar su formación de escritora, como
su propia biografía nos dice en la contraportada de su libro.
Su novela es el diario de Rosa, una enfermera abandonada por su
marido por otra mujer más joven, escrito en lo que ella denomina “cuaderno
rosa”.
Carmina utiliza la primera persona para narrar todos los
acontecimientos, en boca siempre de Rosa, la protagonista, lo cual es
imprescindible para que la narración tenga el efecto perseguido. Además, cuando
la protagonista escribe en su “cuaderno rosa”, en su diario (ella nunca lo
llama así) lo hace en tiempo verbal presente, lo que hace que aún sea más
impactante, pues parece que nos está contando lo sucedido en tiempo real.
Los personajes están muy bien construidos, sobre todo su lado
psicológico y su personalidad, que es lo que verdaderamente nos interesa; sin
dejar de lado, por supuesto, su físico (sobre todo donde necesita describirlo).
Como ya mencioné unas líneas más arriba, las vivencias de los personajes son
tan reales, tan comunes a cualquier humano, que nos es muy difícil no
identificarnos con algunos de ellos. Tanto es así, que te hace reflexionar en
numerosas ocasiones, comprobando –o descubriendo- que el problema al que se
enfrenta algún personaje lo estás peleando tú en este mismo momento. A mí, lo
reconozco, leer esta novela me sirvió un poco de autoayuda.
Los personajes secundarios en la novela son tan importantes como
los primarios, como los propios protagonistas… Aun siendo eso, personajes
secundarios, están tan bien construidos que no necesitamos saber mucho de sus
vidas para entender cómo es su carácter. Y es que —ya me repito, pero creo que
bien lo merece— esa una de las principales habilidades de nuestra autora,
introducirse en la mente de estos y desmenuzarla de tal manera que parece que los
conociéramos de toda la vida.
Sus descripciones son tan sutiles, tanto en los personajes como en
los escenarios donde se mueven, que nos hace ver lo que la propia autora
quiere. Utiliza solo las necesarias, sin artificios ni artilugios redundantes,
que no harían otra cosa que emponzoñar la narración e interrumpir el ritmo y
fluidez que nos regala.
Carmina introduce pinceladas de humor, muchas veces cuando peor lo
está pasando su protagonista. Es genial cómo ese humor viene de la mano de la
propia consciencia de Rosa, personificada en un insecto hiriente y osado que le
dice las verdades que ella no quiere oír.
Es una narración que nos hace comprender lo que es la vida, que
nos hace abrir los ojos y ser conscientes de la realidad que conocemos, pero
que –muchas veces- no queremos ver o asumir.
En definitiva, una novela que recomiendo, cuya lectura es sencilla
y amena, escrita de una manera efectiva y eficaz que hace que vayamos
desgranando fechas sin poder evitarlo, deseando llegar al final, a la última,
cuando al “cuaderno rosa” se le terminan las páginas, o… ¿Quién sabe…? Igual es la propia Rosa quien decide dejar de
llenar esas páginas… Eso, os animo a descubrirlo leyendo esta fascinante novela
que a nadie dejará indiferente… Seguro.
"Un día de cólera", de Arturo Pérez-Reverte.
“El esperado regreso de Arturo
Pérez-Reverte a la novela histórica. Según palabras del propio autor “…Este
relato no es ficción ni libro de historia. Tampoco tiene un protagonista
concreto, pues fueron innumerables los hombres y mujeres envueltos en los
sucesos del 2 de mayo de 1808 en Madrid. Héroes y cobardes, víctimas y
verdugos, la Historia
retuvo los nombres de buena parte de ellos: las relaciones de muertos y
heridos, los informes militares, las memorias escritas por actos principales o
secundarios de la tragedia, aportan datos rigurosos para el historiador y ponen
límites a la imaginación del novelista. Cuantas personas y lugares aparecen
aquí son auténticos, así como los sucesos narrados y muchas de las palabras que
pronuncian”. En Un día de cólera, Arturo Pérez-Reverte convierte en historia
colectiva las pequeñas y oscuras historias particulares, registradas en
archivos y libros. Lo imaginado, por tanto, se reduce a la argamasa narrativa
que une las piezas.
Estas páginas pretender devolver la vida a quienes durante doscientos años, sólo han sido personajes anónimos en grabados y lienzos contemporáneos, o escueta relación de nombres en los documentos oficiales”.
Mi opinión:
Tras leer la sinopsis poco más se puede decir. Únicamente haré hincapié en la particular manera de contarnos la historia, la cual impresiona al lector, a mi modo de ver (conmigo lo consiguió).
El narrador es omnisciente y narra en tercera persona, usando –y aquí está el quic de la cuestión- el tiempo presente en toda la novela. Este tiempo en presente (y no en pasado) nos hace vivir aquella jornada del lunes dos de mayo de 1808 en tiempo real, como si lo estuviéramos viendo desde un balcón de alguna calle madrileña de aquel tiempo, sumergiéndonos en la trama como si fuéramos personajes invisibles que pudiéramos tocar los uniformes de los invasores y sentir el aliento agotado de los que se revelaron contra ellos.
Las historias que se entremezclan –siempre en tiempo real, como digo- confluyen todas en un mismo y último punto.
Esta manera narrativa nos hace –mientras vamos leyendo- seguir a cada uno de los personajes por las callejuelas de aquel Madrid invadido, sintiendo sus anhelos y sus frustraciones.
Además, el autor, con este modo narrativo en tiempo presente, consigue, por un lado, que las descripciones de los lugares por donde acontecieron los hechos sean tremendamente efectivas, ofreciendo a nuestros ojos la más clara idea de cómo debió ser aquel Madrid de principios del siglo XIX; y, por otro, que el lector esté siempre pendiente de cada una de las historias que acontecen, de sus personajes, aunque la acción se desplace de una parte a otra de Madrid.
Para finalizar, he de reconocer que, durante la lectura de esta novela, tuve asaltos de orgullo patriótico y de rabia contenida, los cuales se sucedían alternativamente conforme transcurrían las páginas.
"DESGARROS DEL ALMA", de Tere Oteo
Poesía
Mi opinión:
Esto que va a
leer a continuación, estimado lector, es simplemente una opinión personal de
este humilde escritor “juntaletras”, que trata de hacerlo lo mejor posible y
procurando que lo que escribo en estas líneas no desmerezcan la belleza de los
poemas que van a saborear en las siguientes páginas. Para mí es un honor
relatarles lo que este poemario me grabó en el alma…

Creo no
equivocarme si digo que son la esencia del propio alma de la autora, de su
sensibilidad y ternura, que se le escapa por las yemas de sus dedos… Algo así
nos dice, también, al inicio, transcribiendo un pensamiento de la escritora
Carmen Conde: “La poesía es el sentimiento que le sobra al corazón y te sale
por la mano” Y eso, precisamente, es lo que hace Tere con sus versos, con su
poesía. Su corazón es tan grande, y está tan lleno de sentimientos, que no
puede contenerlos y se le salen por sus manos, acariciando sus sentidos sin
ataduras, pasando delicadamente por sus dedos, hasta que estos sentimientos
llegan a sus yemas y no le queda más remedio que imprimirlos en un papel, aunque
éste no sea más que una simple hoja de un cuaderno en su mesilla de noche.
Una vez, hace
ya más de dos siglos, el poeta y dramaturgo Émile Deschamps dijo algo así como
que “la poesía es la pintura que se mueve y la música que piensa”. Y así
es, en efecto. La poesía de Tere Oteo se mueve, en ocasiones, en el abismo del espíritu
y de los sentimientos, en otras, por el contrario, revela el palpitar alegre y
decidido de un corazón desbocado por la pasión y el amor indestructible. Sus
poemas se mueven, es verdad; descolocándonos o, simplemente, mostrándonos la candidez y la
sencillez de la substancia humana, sin artificios innecesarios. La poesía de
nuestra autora es frágil, con esa fragilidad vidriosa que nos hace recogerla
entre nuestras manos con sumo cuidado, temerosos de que se pueda quebrar en
cualquier momento. Sin embargo, también es fuerza. La fuerza de un corazón puro
que se desborda sin contención. Los poemas de Teresa Oteo también son música,
como decía Deschamps… son versos libres, sin métrica ni rima, pero no las
necesitan; pues su musicalidad nos llega hasta lo más profundo de nuestro
cerebro por la pasión y la sensibilidad con que están escritos, recorriendo y
alegrando cada una de sus neuronas; y, sin poder evitarlo, se quedan grabados
en nuestro corazón.
La lírica de
mi querida amiga Tere es sinceridad apabullante, es la verdad del ser humano en
estado puro y sin cortapisas, es lo que todos pensamos y vemos y nadie nos
atrevemos a decir… Es humanidad, en definitiva, donde cualquier lector se verá
reflejado con claridad. Así lo decía el gran Mario Benedetti: “La poesía es el
género de la sinceridad última e irreversible”.
El estilo con
que Tere nos deleita en este libro, y en toda su producción poética, nos
muestra, nos hace sentir el eco de las melodías silentes del universo en
nuestros corazones.
La poesía de
Tere Oteo nos deja el alma desgarrada, es verdad; pero también nos muestra el
camino de la esperanza, del amor eterno y la salvaguarda de los sentimientos y
de la ternura, que tan poco de moda están en estos tiempos.
Entre,
estimado lector, en estos Desgarros del Alma y deléitese con los versos que
pueblan sus páginas, con los bellos poemas que lo ocupan y con la sensibilidad,
el amor, la tristeza, la esperanza y la pasión que abarrotan sus hojas.
"NADA ES LO QUE PARECE", de Tere Oteo
Sinopsis:

Mi opinión:
Hace tiempo que leí esta primera novela de
la escritora Tere Oteo.
Conocía su maravilloso arte en el micro,
pues he leído algunos con los que participado en numerosas antologías, además
de su primer libro, "Orbis Verbum", donde incluye una colección de
maravillosos microrrelatos, junto con poemas de gran catadura...
Sin embargo, esta su primera novela,
"Nada es lo que parece", me ha impresionado sobremanera.
Jimena, la protagonista, llega a su pueblo
natal para comenzar una nueva vida. Sin saber cómo ni por qué, se ve inmersa en
una serie de crímenes atroces que atemorizan a todo el pueblo. Una
investigación se inicia y la trama nos desvela, nos va desvelando, poco a poco sorpresas
que se van sucediendo, que van dejando detalles cruciales para el lector,
haciéndolo la autora de una manera magistral; enlazando cada capítulo con un
nuevo hecho acaecido en el anterior, haciendo que el lector sienta necesidad
por comenzar el nuevo.
Podríamos calificarla como novela negra,
puesto que hay una investigación muy bien llevada por un grupo de agentes
que se desplazan desde la central ante la incompetencia de la policía local.
Aunque también la encuadraría dentro del género de suspense, pues la trama así
lo atesora, e incluso dentro del género de terror, por hechos que ocurren y
que, evidentemente, no voy a desvelar. Para mí, la narrativa de la autora en
esta novela es una amalgama entre el suspense de los cuentos de Poe, las
investigaciones policiales de las novelas de Agatha Crhistie y el terror de
muchas de las novelas de Stephen King.
En “Nada es lo que parece”, en sus poco
más de doscientas páginas, la autora no deja lugar para el respiro del lector,
con frases cortas y contundentes que hacen que la acción discurra sin descanso
por sus líneas, como una cascada de palabras y situaciones que nos llevan a un
final inesperado y sorprendente...
He leído reseñas en las que decían -de
manera equivocada, a mi entender- que los finales de los capítulos, e incluso
de la propia novela, son forzados... Sin embargo, como he dicho, para mí,
opiniones equivocadas, pues la trama de la narración así lo requiere. Los
artilugios y recursos narrativos como, por ejemplo, descripciones de lugares o
de las propias vidas pasadas de los personajes, no harían otra cosa que
ralentizar el ritmo narrativo que la autora ha querido imponer de manera espléndida.
Es cierto que con esas descripciones y ralentizaciones, la novela se leería de
una manera más pausada, menos agobiante para el lector; pero creo que eso era
lo que, precisamente, Tere Oteo no quería ofrecer. La intención de la autora, y
creo no equivocarme, era llevarnos, llevar al lector, a un final frenético imprescindible
para que la narración diera en el clavo. Y Tere Oteo, sin ninguna duda, lo ha
conseguido.
Hace poco me enteré de que esta novela no
se quedará sola, de que ya se está cociendo la segunda parte, incluso, el
proyecto de una tercera; creando una trilogía a la que auguro muchos éxitos.
Sin duda, el final de “Nada es lo que parece” a todos los que la leáis os
dejará con ganas de esas nuevas partes, como me dejó a mí.
Muchas gracias, Tere, por regalarnos este
relato maravilloso que te hace disfrutar durante su lectura, creándote dudas y
recelos, cuando terminas su lectura, de que nada
es lo que parece…
“LA HISTORIADORA”, DE Elizabeth Kostova
Sinopsis:

Mi opinión:
Acabé de leer esta novela y me hizo pensar en
viejos miedos que había dejado abandonados en las cunetas inhóspitas y
despobladas de los años pasados. Recordé aquellos terrores que veía en
televisión o que leía en algún libro y que me hacían creer que eran ciertos.
Con el paso de los años supe que todo era mentira. Ahora, a mi mediana edad,
dudo y no sé si creer que son ciertos o que todo es ficción.
Una amalgama sublime y bien escrita de historia y ficción que te hace dudar. Historia magníficamente documentada sobre Vlad Tepes El Empalador, aquel conde valaco que fue azote y pesadilla de los otomanos, mezclada con la ficción que Bram Stoker inmortalizó.
Una novela más que recomendable para aquellas personas a las que no les importe mezclar la historia con las leyendas.
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